Wednesday 9 September 2015

Venezuela's dancing devils / Diablos danzantes de Venezuela

   As the church bell tolls at midday in Naiguata, a town on Venezuela's Caribbean coast, the sound of drums resonates through the streets and hundreds of residents in devil costumes pour into the main square.

   For hours, they wait under the sun for their turn to pay penance. They kneel down and proceed on their knees towards the town's church while praying for a miracle to be granted.

   Once every devil has paid penance, the drums become louder and the dancing begins.

   Dancers move around chaotically, stomping their feet and whirling around to confront other participants.

    It is a centuries-old tradition known as "Dancing Devils", symbolising the triumph of good over evil, in which the "devils" bow their heads to show their submission to religion.

   There is a Carnival-like atmosphere, with a mixture of pagan symbols, such as animal-shaped masks, and religiosity, as most participants wear crosses and have the images of saints painted on their clothes.

   The residents of Naiguata are marking Corpus Christi - Latin for 'the body of Christ' - which Catholics celebrate to proclaim the transformation of bread and wine into the actual body of Christ during Mass.

   As is often the case in South America, the celebrations in Naiguata are rooted in a mixture of old world and new world traditions.

   According to some theories, the Dancing Devils originated in the fifth century in Spain, when the Catholic Church used the dance to convert pagans to Christianity.

   In Venezuela, it was used to draw African slaves into the religious celebrations. Descendants of those slaves now represent a majority of the population in Naiguata and many other towns on Venezuela's Caribbean coast.

   Across Venezuela, there are 11 "cofradias", or religious groups, following the Dancing Devils tradition.Their celebrations vary slightly. In Yare, all the dancers wear red, the colour traditionally associated with the devil.

   The celebrations culminate with an evening mass at which the devils surrender to the forces of God.


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   Cuando repica la campana de la iglesia al mediodía, el sonido de los tambores resuena por las calles y cientos de residentes disfrazados de diablos se dirigen a la plaza principal.

   Esperan bajo el sol por su turno para pagar la penitencia. Se arrodillan y proceden de rodillas hacia la iglesia del pueblo mientras rezan para que un milagro les sea concedido.

   Una vez que cada demonio ha pagado su penitencia, el sonido de los tambores se va haciendo más fuerte y comienza el baile.

   Los bailarines se mueven caóticamente, pisoteando muy fuerte y girando por doquier para confrontar a los otros participantes.

   Es una tradición de siglos de antigüedad conocida como "Diablos Danzantes", que simboliza el triunfo del bien sobre el mal, en la que los "diablos" inclinan la cabeza para mostrar su sumisión ante la religión.

   Hay un ambiente muy parecido al carnaval, con una mezcla entre símbolos paganos, tales como máscaras con forma de animales y entre la religiosidad, pues la mayoría de los participantes llevan cruces e imágenes de santos pintados en sus ropas.

   Los residentes de Naiguatá celebran el Corpus Christi –  en latín “el cuerpo de Cristo” – en el cual los Católicos proclaman la transformación del pan y el vino en el cuerpo real de Cristo durante la misa.


   Así como suele suceder en Suramérica, las celebraciones en Naiguatá tienen como raíces una mezcla entre las viejas y nuevas tradiciones del mundo.

   De acuerdo con algunas teorías, los Diablos Danzantes se originaron en el siglo V en España, cuando la iglesia utilizaba dicha danza para convertir paganos al cristianismo.

   En Venezuela se practicaba para que los africanos se adecuaran a las celebraciones religiosas. Actualmente los descendientes de esos africanos representan la mayoría de la población de Naiguatá y de muchos otros pueblos de la costa caribeña de Venezuela.

   A lo largo del territorio venezolano se desarrollan 11 cofradías o grupos religiosos, como el de los Diablos Danzantes de Yare. Sus celebraciones varían ligeramente. En Yare todos los bailarines visten de rojo y usan imágenes de santos para “protegerse de los malos espíritus”.

   Las celebraciones culminan con una misa nocturna en la cual los diablos se rinden ante la fuerza de Dios.